INTRODUCCION
La deshidratación es un sistema de conservación de los alimentos
basado en la extracción del agua presente en los mismos, manteniendo
intactas las enzimas, vitaminas y minerales. Con ello se previene la
proliferación de microorganismos u otros agentes nocivos gracias a un
doble efecto, ya que sin agua carecen de condiciones propicias para su
crecimiento y además el secado genera una capa exterior dura que
dificulta su entrada.
Las deshidratadoras secan el alimento de forma homogénea mediante
un flujo continuo de aire caliente controlado por medio de un termostato,
ahorrando mucho tiempo frente al proceso de secado tradicional al sol.
A diferencia de los métodos de conservación que someten los alimentos
a temperaturas extremas, el proceso de deshidratado es más suave y
permite preservar mejor sus propiedades nutricionales, además de
otras ventajas adicionales como la mayor facilidad para su manipulado,
transporte y almacenamiento, ya que reducen considerablemente su
volumen al eliminarse casi un 90% de su contenido en agua original, o
la potenciación de sabores y aromas gracias a su mayor concentración.
Los productos deshidratados no requieren de conservantes ni de
refrigeración, se conservan bien por largos periodos en un recipiente
con tapa o en bolsitas con cierre.
Aparte de la preservación en sí existen muchos otros usos posibles
para este aparato, entre los que destacan la preparación de:
- Zumos o sopas instantáneas, deshidratando frutas o verduras
variadas y triturándolas hasta convertirlas en polvo para más tarde
añadirles simplemente el agua.
- Carnes deshidratadas maceradas previamente en salsas.
- Rollitos de frutas, deshidratando fruta batida en forma de lámina
enrollable, gran idea como tentempié sano o golosina saludable
para los niños que también puede hacerse con yogur, batidos y otras
mezclas.