El interés en el uso de corrientes de alta frecuencia para propósitos terapéuticos data de 1892,
cuando d'Arsonval (médico-fisiólogo) usó campos de radiofrecuencia electromagnética con 10 kHz de
frecuencia para producir la sensación de calor sin contracciones musculares, que ocurre en más bajas
frecuencias.
Este tipo de calentamiento terapéutico se tornó popular porque las corrientes de alta frecuencia
pueden penetrar más profundamente en los tejidos, presentando superior ventaja cuando es
comparada con otros métodos que calientan los tejidos de manera superficial. Mientras que, a través de
un baño de luz, se observa una caída acentuada en la temperatura tras 15 minutos del final del
tratamiento, con el uso de las corrientes de alta frecuencia se observa un aumento inicial en la
temperatura, la cual se mantiene por hasta 90 minutos tras el fin del tratamiento. Esta interesante
comparación resalta el efecto térmico considerablemente más durable de la terapia.
Existen básicamente dos efectos provocados por las corrientes de alta frecuencia que controlan
el comportamiento dieléctrico de los tejidos: uno, es la oscilación de las cargas eléctricas libres o iones,
mientras que, el otro, es la rotación de los dipolos de las moléculas que acompañan la misma frecuencia
del campo electromagnético aplicado. Son estos los efectos responsables por el surgimiento de
corrientes eléctricas y, por tanto, del calentamiento de los tejidos.
El efecto de la energía electromagnética en el cuerpo humano depende de la frecuencia aplicada.
En baja frecuencia la energía electromagnética causa convulsión muscular, y es utilizada, por ejemplo,
en el desfibrilador eléctrico. En las frecuencias más elevadas la energía electromagnética induce
corriente que causa calentamiento en los tejidos que están en contacto con el electrodo y es utilizada,
por ejemplo, en el bisturí eléctrico. En alta frecuencia el campo electromagnético causa la polarización y
oscilación de las moléculas de agua. La fricción entre las moléculas transforma la energía
electromagnética en calor.
La radiación usada en la construcción de equipos de radiofrecuencia cae en una faja de
frecuencia que podría interferir en señales de radiofrecuencia usadas para radiocomunicación. Para
evitar esta interferencia, órganos internacionales como la Federal Communication Commission (FCC) y
nacionales como la Agência Nacional de Telecomunicações (ANATEL) tienen ciertas frecuencias
designadas para aplicaciones médicas que engloban las tres fajas centralizadas: 13,56 MHz, 27,12 MHz y
40,68 MHz.
Equipos en la faja de frecuencia de kHz no calientan los tejidos por el campo electromagnético
generado sino por la resistencia al paso de la corriente. El calentamiento es más lento y muchas veces la
temperatura terapéutica necesaria no consigue ser alcanzada. La figura 3 demuestra una comparativo
entre equipos de radiofrecuencia en la faja de frecuencia de kHz (calentamiento lento) y de altas
frecuencias específicas para fines terapéuticos, estéticos y cosméticos.
Instruções de Uso
HOOKE - 3ª edição (07/2011)
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