4. CONCEPTOS FUNDAMENTALES PARA LA SIEMBRA
4.1 TERRENO
Cuanto mejor acondicionado, mayor calidad de siembra. Sobre
grandes terrones o surcos muy desiguales no se puede efectuar
una buena labor. Aunque las máquinas SOLÁ pueden resistir duros
esfuerzos en adversas circunstancias, la siembra no será de calidad
si el lecho de sementera no reúne las condiciones debidas.
4.2 SEMILLA
Es indispensable utilizar semilla de calidad limpia y, tratándose de
cebada, bien desbarbada.
4.3 PROFUNDIDAD
LA PROFUNDIDAD RECOMENDABLE ES DE 3 A 5
CENTÍMETROS. PROFUNDIZAR DEMASIADO ES
UN ERROR QUE SE PAGA MUY CARO, YA QUE EL
RIZOMA NO PUEDE LLEGAR A LA SUPERFICIE Y LA
PLANTA MUERE. NO IMPORTA QUE SE VEAN ALGU-
NOS GRANOS: LAS PÚAS DE LA RASTRA ACABA-
RÁN POR RECUBRIRLOS.
Siembra a profundidad normal:
de 2 a 4 cm
Tallo grueso, rizoma corto y buena resisten-
cia al hielo.
Ahijamiento múltiple de 3 a 6 hijos y mu-
chas hojas, entre 6 y 10.
Enraizamiento grande, de 5 cm de anchura
y 10-12 cm de profundidad.
Con menos granos por metro cuadrado de
siembra se obtienen más espigas.
La profundidad de siembra influye en el ahijamiento, vigor de la
planta, resistencia al hielo y a la sequía: el nudo de ahijamiento
queda siempre entre 1 y 2 cm bajo la superficie, cualquiera que sea
la profundidad a que se entierre la semilla.
No por sembrar más profundo tendremos raíces más profundas.
Solamente unas pocas raíces nacen de la parte inferior de la semi-
lla. La masa principal nace en el nudo de ahijamiento casi a flor de
tierra.
Siembra algo más profunda:
entre 5 y 6 cm
Tallo fino, rizoma expuesto al hielo.
Ahijamiento retardado y pobre, 1 o ningún
hijo y pocas hojas, unas 3 o 4.
Enraizamiento regular, de 3 cm de anchura
y 5 de profundidad.
Necesitamos más granos por metro cua-
drado para obtener las mismas espigas que
en el primer caso.
Siembra muy profunda:
de 8 a 10 cm
Tallo muy fino. Ahijamiento nulo y una sola
hoja.
Las reservas del grano se agotan en un lar-
go rizoma que el hielo puede cortar fácil-
mente.
Enraizamiento pobre, de 1 cm de anchura y
3 de profundidad.
Necesitamos el doble de granos por metro
cuadrado para obtener las mismas espigas
que en el primer caso.
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Fig. 4.1